Trágica historia de los amores de Ana Karenina, esposa del príncipe Alekséi Aleksándrovich Karenin, y del conde Alekséi Kiríllovich Vronsky, un calavera que distribuía su tiempo a partes casi iguales entre el cuartel, el hipódromo y los salones de baile. En aras de aquel amor prohibido, Karenina abandona al viejo príncipe, y aunque sufre por la pérdida de la compañía de su hijito, marcha con el conde en busca de una nueva felicidad.
Dicen que a don León le gustaba agazaparse dentro de sus novelas, y que por eso Ana Karenina es también la historia de Konstantín Dmitrievich Lyovin, del propietario que conoce los nuevos tiempos que recorren en Europa y busca para la vieja Rusia una vía diferenciada hacia la modernidad. Lyovin rechaza la vida urbana y el inútil ocio aristocrático, y concibe una nueva forma de vida basada en la naturaleza, en la satisfacción del trabajo diario y en nuevas formas de relación entre propietarios y campesinos que conduzcan a un estadio superior de progreso y armonía.
Ana Karenina es el retrato de un imperio perplejo ante los cambios que transforman el mundo -imperialismo, industrialización, movimiento obrero, comunismo-, un imperio que se pregunta si es posible un camino al futuro que tenga como punto de partida la antigua comunidad agraria rusa.
Quién sabe si existía ese camino. La historia está llena de sueños que nunca fueron, vías muertas de las que nadie quiso volver a hablar. Expulsados de los libros de historia, esos fantasmas fracasados se asoman por donde pueden.

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