En el depósito del cementerio quedaban los cadáveres de los fusilados al amanecer. Algunas noches aparecía yo por allí, buscando la noticia, el reportaje (aunque la represión se llevaba con noticias mínimas en la letra más pequeña de la imprenta, y sólo parcialmente). Aquella noche encontré una muerta reciente, rubia, que era un Ingres perfecto y desnudo, de unos 25 años. Se lo dije a los del depósito, sé que os folláis a algunas muertas, ésta es para mí o bien os denuncio a todos, a la rubia de Ingres, con la muerte, se le habían metido los pezones para adentro, sólo tenía una bala en la cabeza, pero eso lo tapaba su hermoso pelo rubio, era como un dije de sangre en el oro de la melena recogida.
Follarse a una muerta caliente y reciente tiene toda la dulzura de la sumisión, del silencio, del secreto. Jamás me he corrido con tanta intensidad, largura y perfección como dentro de una muerta. Pregunto cómo se llama la ajusticiada y me dicen que Filomeno, lo que prueba que la ficha estaba equivocada, como todas, pero a mi amada muerta la llamo ya Filomena y le echo un segundo polvo, lleno de amor, pasión desesperada, a lo Cadalso, el prerromántico que se folló a su novia muerta, intención y respeto. A los muertos sólo se los puede tirar uno con el debido respeto y sumisión: es lo menos. Los porteros son sonrientes y maléficos, los porteros, cuando la guerra, denunciaban a los señoritos del principal derecha, para que los matase la horda, y así iban salvando su vida de lumpen (o sea, pueblo al servicio y entrega de la burguesía). Ahora, con la misma sonrisa gris y de plata falsa denuncian a los abogados liberales y los catedráticos de Azaña que viven en el segundo izquierda. Las muertas recientes conservan una rara y curiosa humedad en la vagina, como un orgasmo póstumo, el orgasmo de la muerte, como la eyaculación del ahorcado (el garrote vil no produce eyaculación y el fusilamiento tampoco, sólo la horca). El coño de las muertas jóvenes y recientes conserva un calor y una dulzura muy gratos de joder, y parece que es como la última oración, una prez que echas por su alma y por su bendito cuerpo de pan con gusanos.