A Pepet Armengol lo llamaban Tilín porque vivía con las monjas del convento de San Salomó. Tilín era el sacristán, pero lo que de verdad anhelaba era convertirse en caudillo de la Fe para liberar al Rey Fernando de la perniciosa influencia ejercida sobre Él por la recua de tunantes que tenía por ministros. A Pepet, como a otros muchos catalanes de la época, la política absolutista del monarca no le parecía bastante absolutista, así que se echó a los montes de la cuenca del Cardoner a las órdenes de don José Bussons -alias Jep dels Estanys- para aterrorizar las comarcas de Solsona y Manresa. Pepet tenía doscientos hombres, quince mil duros, ochenta caballos y tantas ganas de comerse el mundo que a las primeras de cambio se nombró a sí mismo comandante. Tilín era tan inocente que creyó que aquella monja podía ser suya. Se llamaba Sor Teodora de Aransis. A Sor Teodora, Tilín no le duró dos asaltos.