«Otro personaje muy popular del rastro fue El Mudo, hombre de carácter y mal genio tal vez producido por el defecto físico que le impedía hablar. Con los que consideraba amigos era diferente. Poseía varios almacenes o locales abandonados de los que se había apropiado temporalmente. Este okupa paradójicamente llegó a reunir, no se sabe por qué, varias estanterías de libros en uno de estos almacenes que poseía en un lugar cercano a la avenida del Puerto. Se le podía ver también en uno de sus locales del barrio del Carmen, sitos en la calle Baja y la de Serranos. Siempre iba acompañado de sus perros y se le veía por las calles subido a un viejo triciclo lleno de hierros y trastos. En la parada del rastro, cuando un policía municipal le preguntaba por el origen de algún objeto sospechoso de haber sido robado, él, a viva voz, comenzaba a soltar frases que no entendía nadie hasta que el guardia lo dejaba por imposible. Dejó de acudir al mercado hace algunos años, y las últimas noticias que supimos de él es que estaba internado en una residencia de ancianos.»
Fragmento