«En la madrugada del día 2 de agosto se reanudó, recrudecido, el tiroteo en la Alameda, por encima del cauce del río Turia. Los que disparaban sobre los cuarteles aprovecharon la noche para ocupar nuevas y más favorables posiciones: los tejados de la estación del ferrocarril Central de Aragón y los de unas casuchas situadas en la orilla izquierda, fronterizas al cuartel de Caballería. Asimismo, los revolucionarios se habían posesionado de las azoteas de un moderno edificio flanqueado por dos torrecillas de tejados verdes, y que dominaba, aunque desde la orilla opuesta del río, los cuarteles.

De avanzar a pecho descubierto no se había hablado nada. El tiroteo seguía, solamente alegrado por alguna ráfaga de ametralladora. Duró poco más de dos horas, con el mismo ritmo monótono. Bajas las había; circulaban las ambulancias haciendo sonar insistentemente sus campanas de aviso.

Al menguar el tiroteo para, finalmente a eso de las seis de la mañana, cesar por completo, los grupos engrosaron; se presentía una inmediata acción contra los cuarteles; un camión blindado pasó desempedrando las calles y armando gran estrépito con sus planchas mal unidas.

Impresionante calma reinaba en ambas orillas del río, pero la marea humana crecía y crecía en la margen derecha.»

Fragmento

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