En 1599 vino a Valencia el padre Francisco del Niño Jesús, religioso de la orden de los Descalzos de Nuestra Señora del Carmen. Su cometido era el de organizar y potenciar la Casa de las Arrepentidas, institución que ya se hallaba establecida en nuestra ciudad desde el siglo XIV, y la constitución del convento de San Gregorio anexo a la anterior, situado en la calle de San Vicente, cuya inauguración tuvo lugar el 12 de marzo de 1600. Fue experto conocedor de la normativa a aplicar a aquellas mujeres de vida descarriada y así regenerarlas en el más absoluto estado de religiosidad. Ya de joven, fray Francisco tuvo muchas noches peleas con los demonios que se le mostraban al descubierto. Algunos vecinos oían estremecedores gemidos del padre carmelita en el fragor de la batalla e incluso se escuchaban ruidos de cadenas dentro de su aposento. A la mañana siguiente otros frailes lo hallaban en estado de éxtasis total como descansando espiritualmente de lo acontecido por la noche. En otra ocasión fue el demonio quien lo arrojó por una escalera que tenía diez peldaños, provocándole en la caída tan gran golpe que parecía muerto. Volvió en sí y al preguntarle cómo se encontraba respondió que se sentía bueno, como si hubiera estado muy a placer en su cama.