Francisco Largo Caballero se creía miembro de una clase social llamada a cambiar la historia. No era un hombre culto, ni simpático, ni tratable. Largo Caballero fue miembro destacado del Partido Socialista Obrero Español, líder de la Unión General de Trabajadores y presidente del gobierno de la Segunda República entre los meses de septiembre de 1936 y mayo de 1937. Durante los últimos años de guerra se enfrentó al entonces emergente Partido Comunista de España, hecho que ahondó las diferencias internas en las filas socialistas. A partir de entonces, Largo perdió todas las batallas. En julio de 1943 ingresó en el campo de concentración nazi de Sachsenhausen, al norte de Berlín. Tenía 74 años. Cuando los alemanes decidieron abandonar aquellos barracones y huir de los soviéticos, el viejo se sentó en la orilla del camino y se negó a andar. Un joven soldado se le acercó, lo golpeó con saña y le apuntó con el fusil. Nadie sabe por qué no lo mató.

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