La competencia es la expresión más perfecta de la guerra de todos contra todos, que hace estragos en la sociedad burguesa moderna. Esa guerra, guerra por la vida, por la existencia, por todo, y que llegado el caso puede ser una guerra a muerte, hace que anden a la greña no solamente las diferentes clases de la sociedad, sino también los diferentes miembros de estas clases; cada uno le cierra el camino al otro, y por eso es que cada uno trata de despojar a todos aquellos que se alzan en su camino para tomar su lugar. Los trabajadores se hacen la competencia lo mismo que los burgueses. El tejedor que trabaja en un telar entra en liza contra el tejedor manual, el tejedor manual, que está mala pagado o desempleado, contra aquel que tiene empleo y es mejor pagado, y trata de apartarlo de su camino. Ahora bien, esa competencia de los trabajadores entre sí es para el trabajador la peor parte de las relaciones actuales, el arma más acerada de la burguesía en su lucha contra el proletariado. De ahí los esfuerzos de los trabajadores por suprimir esa competencia al asociarse; de ahí la rabia de la burguesía contra esas asociaciones y sus gritos de triunfo por cada derrota que les ocasiona.

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