«Yo comprendo muy bien lo presente, lo pasado y vivido también, á!, pero no olvidaré nunca quienes son mis contrarios: ni tampoco mis amigos.
No encontraré bien que se coma uno lo que no haya sudado, y lo haya sudado el otro, pero cuando no lo haya sudado ninguno de los dos preferiré se lo coma el que menos haya ofendido, y al efecto voy a contarte lo que me ocurrió el año 29 en Abril o Mayo.
Vino un amigo de Valencia (que venía algunas veces) viernes santo a comer y teníamos la costumbre de hacer una paella, y algunas veces en S. Vicente.
El día seis de Mayo fui a regar el melonar del campo de Chercol, y tenía que regar a media noche, me volví á casa por la cena, apenas entré en casa y la mujer no me avisó que habían hido a buscarme, á los cinco minutos volvieron y eran tras policías que me llevaron a la carcel; cuando nos llevaban a Valencia para llevarnos á la estación nos llevaron en la tartana del Blanco, y en la plaza había una mujer vendiendo verduras (por cierto que vivía detrás de tu casa un poco más arriba) y dijo, bien les está por lo que hacen, así cambiarán de pensar.
E llegado a creer alguna vez que entre los desgraciados del jornal cuando lo ganan, no quedaban ya de esos, pero confieso que me e equivocado, pues aun quedan ranas que piden «Rey» y quien grita Vivan las cadenas!. Todo esto te lo cuento y te daré una pequeña explicación.
Allá por el año 17, tu difunto padre y el que te escribe, ya se lo jugaban todo para mejorar la situación del pobre obrero, y en el 36, si bien no había conseguido lo que se mereze, por lo menos había cambiado bastante, tanto en poder vivir como en general en la enseñanza. Y mira por donde á estas horas haber obreros que no nos agradezcan nada aquello y encima que se nos rían aun, a!, pero el que reirá el último lo hará mejor, pues el mundo en tan grande que es da la vuelta todos los días y nosotros damos muchas más.»
Carta de Juan Motes a Enrique Blat de 12 de juliol de 1951.